Los problemas psicológicos son situaciones en las que la persona está, más que entidades al margen del individuo y su contexto. Esta aproximación pragmática, fenomenológica y holística permite una visión más cabal y operativa sobre la que intervenir en el mundo de la vida de los consultantes.
Sostenemos una perspectiva transdiagnóstica, es decir, describir los procesos y estructuras transversales dadas en problemas aparentemente distintos. Por ejemplo, la angustia se haya tanto en los tránsitos adolescentes (que derivan en fobias, obsesiones, trastornos alimentarios, psicosis) como en catástrofes existenciales como muerte, rupturas, fracasos personales o enfermedades (que a su vez tomarán distintas formas depresivas, psicóticas, obsesivas, agresivas, evitativas, etc.).
Ciertas estructuras psicológicas básicas (patrones estables de comportamiento inefectivo) explicarían tanto las formas de responder a los conflictos de la vida, como a las vivencias y procesos psicológicos derivados de dichos conflictos.
Los tratamientos psicológicos se enmarcan en una perspectiva contextual, como evolución de las clásicas terapias cognitivo-conductuales, cuyo énfasis se pone en las estrategias para reducir la inflexibilidad psicológica y en las oportunidades de cambio en los formatos relacionales, donde la propia relación terapéutica será el escenario de trabajo.